Mido un metro sesenta y
ocho, tengo un sillón inflable rojo
en mi cuarto hay un poster de Cerati y me gusta el mole poblano,
me despierto alunado, mi madre es medio terca,
aunque nunca estuve preso, anduve cerca.
Soy de Géminis, pelo negro, algo tacaño y colecciono llaveros,
guardo la ropa ordenada, me aburro en noche buena,
si estornudo hago ruido y hablo con la boca llena.
Puedo decir que soy de pocos amigos
pero de mis enemigos no sé cuántos cosecho
tengo el ojo derecho agrandado,
dicen que soy bueno, aunque no porque sea bautizado
Nací a las cinco de la tarde,
me llevo bien con mi hermana,
no creo en ovnis ni en zombies
y uso prendas talla “M”,
juego con fuego aunque el fuego me queme.
Duermo de costado y con pijama si hace frío
de la vida yo me río, porque es corta y grata,
no uso saco ni corbata ni me gusta el protocolo,
estoy en buena compañía pero sé cuidarme solo.
Si tengo vergüenza me sube el color rojo
aunque yo ya no me mojo si me ataca algún miedo,
no profeso ningún credo, ni me creo ningún macho,
alcohólico no soy pero a veces me emborracho.
Tengo un diente chuequito, si no hay planes improviso
y aunque a veces lucho, “ja”,
no me complico mucho, no me estanco,
el que quiera celeste que mezcle azul y blanco.
La filantropía no está entre mis aficiones,
tengo varias adicciones, y me hago cargo;
no acepto, sin embargo, si intentan adoctrinarme
yo quiero elegir con qué veneno envenenarme.
Mi padre es ingeniero, pero maneja un gobierno,
enfrentó por buena praxis un ascenso despiadado
no tuve legado ni familia de linaje,
y a veces el pasado me cobra peaje.
Tuve un perro y marcas en las rodillas,
me muero de cosquillas, trabajé en un laboratorio pequeño
y no traiciono a mis principios, porque eso es lo primero
si naciste incendiario, no te mueras bombero
Nunca cuentes todo, mi abuelo me decía,
y no contó en su agonía donde puso el testamento,
y yo no puedo aunque intento tener todo lo que quiero
¡eso me pasa por ser sincero!
Pero no soy tan complicado como para huir,
y quedarme acá en silencio,
pero no soy tan simple como para no advertir:
que no hay tres minutos, ni hay cien palabras que me puedan definir.
en mi cuarto hay un poster de Cerati y me gusta el mole poblano,
me despierto alunado, mi madre es medio terca,
aunque nunca estuve preso, anduve cerca.
Soy de Géminis, pelo negro, algo tacaño y colecciono llaveros,
guardo la ropa ordenada, me aburro en noche buena,
si estornudo hago ruido y hablo con la boca llena.
Puedo decir que soy de pocos amigos
pero de mis enemigos no sé cuántos cosecho
tengo el ojo derecho agrandado,
dicen que soy bueno, aunque no porque sea bautizado
Nací a las cinco de la tarde,
me llevo bien con mi hermana,
no creo en ovnis ni en zombies
y uso prendas talla “M”,
juego con fuego aunque el fuego me queme.
Duermo de costado y con pijama si hace frío
de la vida yo me río, porque es corta y grata,
no uso saco ni corbata ni me gusta el protocolo,
estoy en buena compañía pero sé cuidarme solo.
Si tengo vergüenza me sube el color rojo
aunque yo ya no me mojo si me ataca algún miedo,
no profeso ningún credo, ni me creo ningún macho,
alcohólico no soy pero a veces me emborracho.
Tengo un diente chuequito, si no hay planes improviso
y aunque a veces lucho, “ja”,
no me complico mucho, no me estanco,
el que quiera celeste que mezcle azul y blanco.
La filantropía no está entre mis aficiones,
tengo varias adicciones, y me hago cargo;
no acepto, sin embargo, si intentan adoctrinarme
yo quiero elegir con qué veneno envenenarme.
Mi padre es ingeniero, pero maneja un gobierno,
enfrentó por buena praxis un ascenso despiadado
no tuve legado ni familia de linaje,
y a veces el pasado me cobra peaje.
Tuve un perro y marcas en las rodillas,
me muero de cosquillas, trabajé en un laboratorio pequeño
y no traiciono a mis principios, porque eso es lo primero
si naciste incendiario, no te mueras bombero
Nunca cuentes todo, mi abuelo me decía,
y no contó en su agonía donde puso el testamento,
y yo no puedo aunque intento tener todo lo que quiero
¡eso me pasa por ser sincero!
Pero no soy tan complicado como para huir,
y quedarme acá en silencio,
pero no soy tan simple como para no advertir:
que no hay tres minutos, ni hay cien palabras que me puedan definir.
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